domingo, 18 de abril de 2010

Libertad? Donde?

Leonardo Fernandes

En comienzos de la década de los 60, el surgimiento del movimiento Hippie impulsó a la visibilidad de la homosexualidad en el Occidente. En este contexto, la juventud rompió con tradiciones y paradigmas culturales y fortaleció las relaciones abiertas, tanto heterosexuales, como homosexuales. Sin embargo, dentro el propio movimiento, el prejuicio y las formas de pensamiento tradicionales permanecieron. Por ejemplo, no era tolerada la relación sexual o amorosa entre hombres, demostrando que el movimiento “libertario” tendría mucho que aprender sobre la libertad.

El movimiento Hippie que pregonaba el sexo libre, y no la diversidad sexual, hizo crear entre los homosexuales una especie de subcultura. Apropiado por el sistema, esa subcultura se convierte en un segmento de consumo en potencial para el capitalismo.

El comienzo de esta nueva visión con respecto a los homosexuales tiene fecha de los primeros años de la década de los 90. La necesidad de superar la crisis económica, la fuerte expansión de los mercados del norte sobre el sur y la palabra de orden de la globalización como vía del desarrollo, volvieron los conservadores “menos conservadores”, y esos mismos pasaron a defender los “derechos de los homosexuales”. Algo que llamaron libertad.

El capitalismo pasó a ver a los homosexuales como consumidores en potencial. En los últimos años, se pudo ver el surgimiento de una variedad de productos destinados especialmente a este público. Son marcas de ropa, hoteles, cruceros, edificios residenciales, operadoras de televisión, restaurantes, y hasta planes privados de salud. Para aquellos que pueden pagar, por supuesto. ¿Pero y los que no pueden?

Todos esos “regalitos”, sirvió al capitalismo para ganar para sus trincheras una fuerza increíble entre ese sector. La homosexualidad dejó de ser solamente una característica de la sexualidad del individuo, y pasó a ser un elemento fundamental de sociabilización. Para eso, dijeron que los homosexuales tenían estilo. Músicas propias, ambientes propios, es decir, todo distinto del resto de la sociedad, para que consuman algo especial, que rinda más a los detentores del capital.

Una falsa libertad fue creada por el capitalismo, para llevar a sus trincheras una clase de personas, una vez más por la vía del engaño, de la manipulación. Esa falsa libertad jamás fue combatida, aún entre los de izquierda. La mayoría de los movimientos de izquierda, revolucionarios, dejaron al margen de las discusiones la cuestión de la diversidad sexual, y del respeto a las distintas manifestaciones de la sexualidad. El mismo machismo y homofobia dentro de esos movimiento fue una traba para el avance en ese sentido.

Pero cuando hablamos de la transformación de la sociedad, de la superación del capitalismo, de la revolución socialista, necesariamente tenemos que pasar por este tema, duela a quién duela. No podemos seguir repitiendo el discurso de los más conservadores, como lo es la iglesia, contribuyendo para la manutención de los padrones capitalistas, que no sirve más que para excluir y dividir a nuestros hermanos, que además, y mucho además de ser homosexuales, son nuestros hermanos, trabajadores, luchadores, revolucionarios, ¿por qué no?

Sí es tarea de una revolución socialista en esos tiempos modernos discutir, estudiar e respetar, fundamentalmente, la cuestión de la diversidad sexual, de manera seria, incluyendo en las trincheras del socialismo a esos que fueron entregues por la historia al otro lado de la fuerza. Es tarea de esta revolución reeducar la sociedad para que esta falsa libertad creada por el capitalismo se vuelva una libertad plena en la cual la sexualidad de cada uno, será del interés solamente del individuo, que al mismo tiempo tendrá como todos, la libertad de elegir qué consumir, donde ir, qué hacer, de manera libre y consciente.

Para eso hay que comenzar de alguna forma. En algunos países, las legislaciones se han transformado en ese sentido, garantizando derechos antes no garantizados por el estado, a los homosexuales. La creación de leyes que definan la punición a la discriminación o el endurecimiento de la misma, la unión civil de personas del mismo sexo, el libre tránsito, entre otras acciones legislables son necesarias para el comienzo de esta reeducación de nuestro pueblo, en la construcción de una sociedad nueva no solamente de principios y políticas económicas, sino con nuevas prácticas sociales que elimine las contradicciones creadas por el monstro del capitalismo. Tal vez sería bueno pensar en eso de cara a las elecciones legislativas.

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